A mi ansiedad le gusta decirme al oído "No me importa si crees que hoy has hecho todo bien, mira ten, revisa toda esta larga lista de las cosas que pudiste haber hecho mejor, ah por cierto, lo quiero todo resuelto para hoy".
Mi ansiedad no tiene horario laboral ni sabe de días feriados, bien puede llegar justo al despertar, mientras voy manejando o se espera hasta la madrugada para verme dar vueltas en mi cama hasta el amanecer.
Le divierte sentarse junto con la angustia en mi pecho para ver qué tanto me cuesta respirar, no soportan la total oscuridad ni el silencio absoluto.
A mi ansiedad no le gusta el agua ni los vegetales, prefiere las cosas con mucha azúcar y con sal, y un toque de culpa como postre para terminar.
Cuando viene de visita trae consigo un cosquilleo insoportable en las palmas de mis manos. Respirar profundo muchas veces no funciona, a veces solo desasocio para intentar quitarle algo de atención.
Mi ansiedad es egoísta y no le gustan las cosas que me dan tranquilidad, hay días complicadísimos que se luchan detrás de una puerta intentado hacer el menos ruido posible.
A veces gana ella, pero muchas otras gano yo.
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