Aquí estamos ambos nuevamente, yo un año más viejo y tú otro
más ausente, Once y contando, me sigo preguntando cuándo será que te animes a
venir un rato, qué dices, yo pongo los tequilas y tu terminas de enseñarme a
jugar baraja?. Te platico café y cigarro a la mano, cuatro y tantas de la
madrugada para no perdernos la costumbre; Sabes, cada vez me cuesta un poco más
desenvolver uno por uno todos los detalles, te recuerdo un poco menos, y no sé
si es que sea porque en estos años me he llenado la memoria de tantas nuevas
cosas que va quedando un poco menos de espacio dentro, no te olvido, eso es
imposible, sería pues como olvidarme de mí mismo en todo caso, pero es curioso
cómo de repente no encuentro el tono exacto de tu voz, o no distingo las luces
y sombras de tu rostro en movimiento, te has venido convirtiendo poco a poco en
una imagen fija, una fotografía en tonos pasteles con tu ceño serio pero con
esa leve sonrisa tan tuya. Sin embargo estás conmigo siempre,
contigo cuento del uno al diez, de atrás hacia adelante, del final hasta el principio
Añoro tu cocina cuando se me junta el “quehacer” en la
azotea, ese terreno neutral donde ningún problema era ni tan grande ni tan
pequeño, tiene un par de años que no entro a tu casa, me da nostalgia, mucha, más
de la que acostumbro llevar conmigo a cuestas. Sigo poniendo en práctica todas tus
enseñanzas y la mayoría de tus consejos, quisiera decir que todos ellos, pero vamos,
la vida también requiere romper algunas reglas de vez en cuando. Sí, ya sé que
me dirás que soy un despistado y un atarantado, y es que en lo que va de éste
año me has salvado de varias por no tener cuidado, qué te puedo decir que tu no
sepas, sabes bien que tenías que hablarme más de una vez incluso estando cerca,
a mi mente le da algunas veces por irse de viaje a gastarse las suelas. Sé
también que te esfuerzas todavía por encontrarme un par que no esté tan
disparejo, agradezco que me acerques gente de cuando en cuando, sin embargo eso
es algo de lo que ambos dos hemos platicado tanto en tantas noches. Sí, qué le
puedo hacer, a pesar de todo aún espero que se anime a darme un sí con todas
sus letras
Te extrañé en la aventura culinaria momentánea de hace
algunos meses, estoy seguro que me habrías dicho…”Le falta sal”, “No pica”, “La
cebolla finita finita carlitos”, “¿Y las tortillas?”. Aún así te habría dicho
que sí a todo con una enorme sonrisa de oreja a oreja sin reprocharte nada, y
es que sabes bien que a la par de Gabriela, eres ese algo de éste tanto en mí que
me da forma. Has estado, te sentí en los días más pesados y en aquellos de
rutina, te sentí frente a toda esa gente hace un mes mientras intentaba no
tropezarme con mis propias palabras al exponerles por qué es que decidí vivir mi
vida a base de vectores y pantones, te sentí en el cumpleaños de Gabriela hace
pocos días, con los más de veinte estridentes Zaragozas del Centro apretujados
como siempre en la cocina de su casa, porque no sabemos estarnos quietos y
acomodarnos, porque es ahí donde todos nos sentimos pertenecer y te recordamos.
Te sentí entre las pláticas de tus hijos y tus nietos, enterándome de detalles
de cómo es que domaste al bragado Don José en tan poco tiempo, y cómo no iba a
ceder si su debilidad era el café, así tan oscuro como el de tus ojos
Sabes, volviendo al tema de un principio, ahora que releo lo
que escribo te recuerdo todo, tu humor tan cáustico, tu mirada dominante, tu
voz de mando, tus amistades de una vida, tus chales de colores, tus pies fríos,
todos tus lunares, tu insomnio como el mío, el pan dulce en las mañanas, tu
comida, tus cariños, todos tus días y tus noches, tus palabras, tus ronquidos,
tus chingados y carajos, tu cargamento clandestino de gomitas en forma de frutas escondidas en tu closet, tu infinito conocimiento hacia cualquier tema que se
abordara en la sobremesa. Y es que en verdad nunca he olvidado nada, ni un
poco, solo me hacía falta una noche como estas, un café, un cigarro y platicar
contigo.
Te extraño.