"Cómo Romperse y Descoserse" - Paso 1
Suena más que imposible el hecho de dar instrucciones del
como fragmentarnos. Cuan común e incluso vulgar es el tema, trivial, sin
olvidar, insensato. Las variantes de los enfoques que destacan siempre algo
distinto, vuelven esto mucho más complejo de lo que cualquiera podría imaginar
siquiera. A decir verdad, ¿Qué sé yo de los amores ajenos?, ¿Qué sé yo
del cómo los demás sienten, ven, perciben, observan, vibran, vuelan...?
Podría saber a mi corta edad el cómo bajo esta piel a
medio llenar de cicatrices y tinta, se ha sentido la aguja más filosa y
venenosa que jamás he experimentado. Ciertamente, el amor. Tal y como describen
miles de poetas, escritores, filósofos y artistas... En su época de plenitud no
tiene comparación con el atardecer más hermoso de la vida, el mundo entero
parece la cosa más bella, digna de acompañarnos todos los días de nuestra vida,
sin ser capaz de molestar por una milésima de segundo. Encontrar la piel que inunda,
encontrar esos ojos cargados de ese mirar que aprovecha más de la mitad de
nuestros recuerdos, la sonrisa que tan familiar regala la calma perdida de hace
tanto, la voz que jamás podría ser comparada con otro sonido, la mente llena de
todos esos maravillosos e indescriptibles colores, ideas, planes, todo... Esas
alas que vuelan alto, planean y vuelven a subir...
¿Cuántas veces no sentimos el estar en
un parque de diversiones al besar sus labios suaves? ¿Probar las mil y un
mieles de su ser? Tal vez podría inventar un millón de palabras para describir
todo lo que el amor naciente es, representa, da, quita, reduce, ignora, pero,
seguro... Habrán mentes talentosas, brillantes y creativas que difieran con mi
descripción, personas que no hayan caído en el hoyo del amor ciego, el amor
incondicional, el amor de idiota. Lanzarse al fuego con la carne viva, el alma
expuesta y todos los dientes fuera de su lugar, perdidos en alguna almohada y
alguna mente por llenar.
Aceptar a alguien, aceptar extrañarle, decidir el
hacerlo, apostarle el alma al Diablo en un real juego de azar, vender un par de
costillas a Dios con tal de verle de vuelta. Y, como diría el Maestro Zaragoza
"...y aún así, después de todo ello, tratar de salir entre el humo en una
sola pieza". Un dato innegable, irrefutable e indiscutible es, por
supuesto el hecho de como comienza el proceso de fragmentación; Todos -y soy
clara-, todos comenzamos perteneciéndonos a nosotros mismos, para así, algún
día, decidir fragmentar el ser en los trozos que la situación lo amerite. Sobre
un tema como este, complejo, complicado, rebuscado, profundo y a veces un tanto
imbécil hay, sin miedo a equivocarme... Miles de dudas, pocas respuestas y
cerca de una eternidad tratando de conseguir alguna atenuante del palpitante
dolor que hemos decidido provocarnos y que nos provoquen.
¿Cuál es ese momento en que cobarde o valientemente
decidimos decir adiós o aceptarlo?, ¿Qué es lo que sigue de esa palabra que cae
mucho peor que una mala cogida en las mañanas?; Francamente, en mi experiencia,
jamás ha sido un gusto decirlo, tampoco aceptarlo. Debe ser el hecho de que por
fin nos sentimos cómplices de alguien, confidentes indudables, incondicionales,
pero, cabe mencionar que no sólo damos el alma, sino que también hay quien
apuesta el culo por nosotros. Una persona que da la sensación o la ilusión -dependiendo
del caso-, de necesitarnos, la sensación de pertenencia a un lugar, a una
persona, a una situación. ¡Joder! ¡Puta sensación! Que si bien...No importa que
dure un minuto, se siente y vibra hasta el siguiente encuentro. Es ahí donde
empiezan las ideas y obvio el desorden. Todos sabemos que siempre la balanza
pesa más de un lado y es, A) El corazón ó B) El favor de corresponder al
corazón mandado por la razón.
Tristemente, jamás podríamos decidir sobre el
sentir de otra persona hacia nosotros, jamás podríamos hechizar o desencantar a
nadie de nosotros. Repito, las variantes de los enfoques destacan siempre algo
distinto. Podría hablar incluso de amores de tumba y grito, de la boda
cancelada por infinitas infidelidades, de las filas de hombres que sólo
llegaron para una cosa; Contribuir con mi fragmentación. Pero, abriendo los
ojos...Todos en cuestión de amores somos vampiros. Si no nos abren la puerta e
invitan a pasar no podemos.
De ahí mi idea de que ésta es una complicidad, confidencialidad
sin duda alguna incondicional a un trato previamente advertido al haber
recibido las primeras de las señales de perdición de todo lo
"estable" de nuestras vidas; las horas de sueño, el lugar para
dormir, horas de acostarse, el perfume de la ropa, el humor, las ideas, los
proyectos, la comida, la música, las amistades que se frecuentan, planes a lo
largo de los días, en que gastar el dinero y lo más importante... En quien
invertir tantas horas de pensamiento en el día. Lejos de ser una obsesión, es
un desorden, hermoso, brillante, cálido, vibrante, perfumado, pero a fin de
cuentas, desorden.