lunes, 19 de noviembre de 2012

Magos y Hechiceros

Impuntual como acostumbran los Gitanos y sin regirse escrupulosamente a los horarios, pero sí a las coordenadas pactadas, Marín apareció con el cabello alborotado y con un ron preparado, camuflado y escondido en la chistera que lleva por bolso

Quedamos por quedar, por solo escuchar y desconectar cada uno por unas cuantas horas el respectivo y caótico hipotálamo para así conectar en su lugar el tímpano y variar un poco, sabiendo de antemano que invariablemente en alguna melodía habrían de colisionar algunos de los tantos huesos que cada uno lleva cargando en su costal

Así pues, sentados, quietecitos y con las orejas apuntando hacia el frente, vimos pasar ante los ojos algunos pasajes a los cuales cada uno le puso su nombre, historia y rostro; De rato, después de un par de cafés y un cigarrillo, logró amainar un poco el frío y las ganas de cada uno por acariciar los números de teléfonos mudos que hablan con los ojos

La noche duró lo que debía de durar, ni menos ni más, pues mis pasos tenían que ir a recibir a los viajeros que reducen las distancias sin peros, solo por las ganas de estar en el mismo espacio que ocupan mis pies al caminar, me dirigí hacia ellos aún con ese extraño remordimiento haciendo mella entre las costillas y la boca del estómago, por no saber del todo si es que lo que hacía estaba bien o mal, pero vamos, se trata de Vivir!!, yo mismo apunté a puño y letra esa misma frase al inicio de la bitácora de éste nuevo viaje que decidí volver a retomar

Algunas cosas se van con la disposición irrevocable de no volver jamás, El Tiempo es una de tanta ellas, tiene esa inexorable cualidad o defecto de no saber dar pasos hacia atrás, ni siquiera para tomar impulso -con tal de no morderse la bastilla-, de sustituir días con otros días distintos, sin embargo deja a su paso esas ganas de querer abrir un poco más los ojos, de afilar los sentidos al punto de volverlos punzocortantes, y así tenerlos atentos y dispuestos a saber cuándo es que el viento va cambiando de a poco, deslizándose delicadamente sobre las velas, impulsando al galeón hacia otras crestas, a(mar) abierto.

-Y sin embargo un rato cada día, ya ves...


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