Hacía ya un buen rato que no visitaba a Don Gustavo en su Bazar, por fortuna he tenido poco tiempo libre en las manos, mucho menos como para poder curiosear “agustu”, pero después de haber pasado una noche casi en vela, amanecer con un dolor de cabeza colosal y haber cumplido con mis pendientes de trabajo en otros apartados postales, decidí regalarme unas cuantas horas para mí y llegar con él directo de donde andaba para despejarme un poco de la cantidad de telarañas que tenía en la cabeza y husmear en las que hay de sobra colgando entre las cajas, lámparas, aparatos, marcos y demás triques que tiene alrededor de lo que a simple vista pudiera parecer un pequeño y modesto local
Como siempre Camilo sirvió de guardián y guía durante todo el recorrido, mientras Don Gustavo atendía a alguno que otro cliente al frente de la tienda; No sé si sea su costumbre con todos sus visitantes o si éste es un caso muy particular, pero me deja curiosear entre la enorme cantidad de cosas tiene y que sigue acumulando conforme pasan los días, sin tener que estar detrás de uno esperando que pregunte por algún precio
Así pues me dispuse a llenarme las manos de polvo y a encontrar aquello que hasta ese momento no sabía que estaba buscando, aunque ya tenía en mente una pequeña lista de cosas que habré de ocupar en La Verbena dentro de muy pocos meses; Me parece curioso cuantas veces leí “Varios” en muchas de las cajas, eso sí, si alguien le pregunta qué es lo que contiene, lo dice sin siquiera titubear o tener que abrirla para saber su contenido, yo terminaría volviéndome loco tratando de recordar en qué caja y repisa es que habría dejado las manijas niqueladas que hacen juego con las llaves que están en tercer cajón donde también guarda los candados
Con Don Gustavo no hay necesidad de regatear, todo está tan adquirible que el único problema con él es no esperar escucharle decir lo que siempre temo que me diga cuando encuentro algo que realmente me gusta y que quisiera llevarme en el momento…”Está Apartado”, y es que qué no tiene apartado?, casi la mitad de las cosas tienen “semi-dueño”, eso sí, hace un leve cálculo al aire para tratar de recordar cuándo fue que aquel presunto comprador había ido por última vez, “Mmm la próxima semana si no me llama, vienes y te lo llevas”, me dice él, creo yo que lo hace para no romperme la ilusión de pensar que aquello a lo que le acabo de echar el ojo terminará en otras manos
Camilo por su parte me va conociendo un poco mejor tras cada visita, se trepa en las cajas donde curiosamente termino encontrando cosas bastante interesantes, ésta vez no estaba nada perdido el bigotón, el muy condenado movió un pequeño pedazo de cartón al brincar de un lado al otro, dejando al descubierto un bello, bellísimo teléfono de disco en perfecto estado, el cual obviamente terminó siendo el primer objeto en ser apartado por mí casi con todo y lengüetazo para no perderlo; Me ha llegado a dar buenos consejos evitando que me lleve algo que no habré de ocupar, cuando ve que tomo algo demasiado gariboleado se lame la pata izquierda y mueve la cola a la derecha esperando que lo vuelva a poner en su lugar, aunque quizás puede que solo esté imaginando cosas y él solamente sea alérgico al polvo y es por ello se rasca la nariz y pues la cola la mueve de un lado al otro por el simple hecho de ser un gato
Me pregunto yo, qué tanto es lo que hará por las noches después de que hacen el corte de caja, apagan las luces y se van a la cama, creo que quizás invita a otros tantos felinos de la cuadra y entre todos se ponen a jugar Black Jack apostando puños –o garras- de esas monedas viejas que tienen dispersas por todo el lugar, o quizás se cuelga cual cirquero de los candelabros y hace triples saltos mortales hacia las cabeceras de latón, o probablemente solamente duerma al igual de todos en la casa, claro, después de una larga jornada de trabajo fungiendo como vendedor estrella supongo debe terminar bastante cansado
Siempre es un gusto pasar a ese lugar aunque sea a distraer la vista y platicar un poco de todo y de nada, Don Gustavo siempre quiere hacer socios a todos sus compradores. Es de admirarse el amor que le tiene a la historia de las cosas, por lo que él cuenta, -aunque cabe decir que habla mucho de las cosas, pero muy poco de las suyas- que si fuera por los otros huéspedes, ya le habrían despejado las habitaciones, mandando todas esas cosas a otro lugar, quizás es por ello que cuando se topa con personas que también amamos ese olor a viejo, esa pátina en las texturas ó hasta el óxido que carcome con paciencia los metales es que se le puede ver incluso hasta sonreír, y sugerir que un día de estos deberíamos fusionar los emporios haciendo un bazar con servicio alterno de publicidad y cafetería
Hoy me tocó Billete nuevamente al despedirnos, con los que llevo hasta ahora, si fuera 1959 tendría para comprar un boleto de ida a cualquier otra parte
Tardes como éstas hacen falta, cada día se extrañan más éstas muecas de almeja en su concha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario