Me cuesta demasiado tratar de recordar cuál fue el último
regalo que dejaron junto a mi zapato un seis de enero hace ya bastantes años
atrás; Lo que si me viene a la mente, es que gracias a “Ellos” tuve la primera
bicicleta en la que aprendí a montar, la autopista a control remoto que tanto
quería, una patineta que me dejó más cicatrices en manos y rodillas que trucos
al andar en ella, mi primer videojuego y un sinfín de sonrisas e ilusiones que
van de la mano con la niñez, así como los raspones y los pantalones rotos por
jugar futbol con los amigos de la cuadra
He de presumir orgullosamente que éste es mi decimo quinto
año como Rey Mago y mis primeros diez como encargado por completo de la
Operación, y aunque si bien aún no tengo la bendición de contar con mi propia
familia, tengo tres nenas que a lo largo de sus años han sabido hacerme parte
de ese sentimiento que espero algún día tener de vuelta como hace apenas un par
de años atrás
Recuerdo mi primera misión como ayudante, acababa de cumplir
trece y era hora de seguir adelante, claro, a esas edades quizás ya tenía algún
tiempo escuchando leyendas urbanas de quien o quiénes eran los que llenaban la
sala de las casas con regalos a horas tan tempranas, pero aún así me hacía de
oídos sordos para continuar despertando con la ilusión de encontrar un regalo para
mi, sin importar que tan bien o qué tan mal me hubiera portado en todo el año, “Ellos”
siempre sabían perdonar las faltas minutos antes de irme a la cama
Aquel primer día me encontraba bastante nervioso, me tocaba
acompañar por vez primera a mi madre a surtir la grosa lista de mi hermana, que
en aquellos años era la más pequeña de la casa; Por vez primera me asomé al
mundo de “Los Grandes”, aquel donde las bolsas negras deambulaban a toda prisa
por las calles, escondiéndose cuanto antes en las cajuelas de los coches para
no levantar sospechas, claro está que todo este extraño mundo cobraba vida a
horas en las que un “Niño” no debía de estar afuera de su cama, mucho menos afuera
de su casa
Así fue entonces que aprendí cómo es que se lleva a cabo la ancestral
tradición de fungir como hacedores de sonrisas, y aún en el “mundo real” no
deja de perder su magia, incluso adquiere otra distinta, uno se siente parte y
artífice de lo que habrá de suceder a la mañana siguiente, apenas las niñas se
despierten. Hay una emoción muy particular que lo invade a uno por saber qué
cara habrá de poner la más grande de ellas cuando toque mi puerta en unas
cuantas horas más
Eso sí, deben saber que esta “Profesión” no es nada fácil y
no cualquiera califica, por ejemplo, hay que saber ser todo un maestro del
camuflaje para poder esconder cajas grandes en espacios reducidos, se debe de
tener el sigilo de un gato para poder malabarear con más de 5 cajas gigantes en
un solo viaje sin dejar caer ninguna de ellas al piso, acomodar todo en poco tiempo y
dejar la escena sin ser detectado, tener conocimiento avanzado en lectura de
instructivos y sobre todo, paciencia para seguirlos al pie de la letra sin que
terminen sobrando piezas al ensamblar un Salón de Belleza para muñecas, pero lo
más importante de todo, se requiere de absoluta discreción acerca del cómo es
que todo esto sucede, no hay que olvidar que a los soplones dejan de traerles
regalos
A todos aquellos quienes estén pensando en integrarse al
equipo dentro de poco ó en algunos años más, deben de saber que la Regla de Oro
es…“Todo se basa en el acomodo”, sin que deba de influir la cantidad de regalos
o el espacio para colocarlos, háganlo emocionante, sean creativos, recuerdo un Día
de Reyes del 2001 cuando decidí acomodarlos en varias partes de la casa, eso sí,
recuerden bien en dónde dejan cada cosa, ese año terminé encontrando una muñeca
en su empaque detrás del sillón un par de semanas después
Silencio ante todo, zapatos con suela de goma o incluso
hasta en calcetines, la mejor hora? Yo diría entre 4 y 5 de la mañana, no hay
niño que se aguante el sueño después de las 2 ni que se levante antes de las 7
por muy emocionado que se esté; El error más común de los principiantes es
no recoger las cartas, aunque se perdona por las prisas y los nervios, sin
embargo es preciso y necesario que no aparezcan en el mismo lugar a la mañana
siguiente
Dicen por ahí que hay que destruirlas, pero en lo personal
me gusta leerlas y guardarlas, así con el tiempo vas notando que poco a poco te
toman cada vez más en cuenta en la petición de los deseos, hace un par de años una
de las nenas pidió para mí un balón de futbol, por aquello de que soy “niño”,
aunque no sé de dónde me vio lo deportista, quizás pensó que no me haría mal
hacer algo de ejercicio y bajar algunos kilos, aún sigo esperando que llegue el balón, pero sobre todo que se vayan los kilos de más
No se pongan muy espléndidos con las ofrendas, unas cuantas
galletas o unos dulces son más que suficientes, recuerden que al final de
cuentas lo que hayan puesto en el plato se lo habrán de comer ustedes, aunque
siendo el caso se vale también auto consentirse, el año pasado “les dejamos” a
los Reyes unos chocolates, cosa que agradecí horas más tarde al momento de
estar acomodando
Háganlo mágico!!, el dejar una galleta mordida siempre logra
el truco de pensar que alguien ha venido de visita, recuerdo que cuando era niño, poníamos
con mi padre unas cubetas con agua en el jardín de la casa, por si al caballo,
elefante y camello les daba algo de sed, a la mañana siguiente amanecían casi
vacías y nosotros encantados; Recuerden…se trata de ellos, tómense el tiempo,
nada de juerga el día anterior, no hay nada más desastroso que intentar armar
correctamente una carriola a las 8 de la mañana con resaca y sueño atrasado
Pónganse las pilas!...literal, es más fácil encontrar barras
de plutonio que conseguir baterías AA en las primeras horas del día seis,
aprendí la lección después de recorrer más de cinco tiendas para echar a andar
un teclado cuyo sonido perfectamente podría taladrar cualquier cerebelo
desvelado, por cierto, a una de las nenas le toca éste año su primer
instrumento musical, ya compré desde ayer unas cuantas aspirinas por si acaso
Paciencia, muchos años estuvimos del otro lado, haciendo que
nuestros padres se levantaran a la par de nosotros, que salieran a vernos
montar por vez primera una bicicleta o a patear la pelota que nos habían
regalado hasta que termináramos volándola a la casa del vecino
Seamos tan enanos ellos por una vez en el año, quizás mañana
los juguetes se arrumben, las bicicletas se oxiden y las pelotas se terminen
quedando en las azoteas, pero días como estos pasan muy pocos años en la vida;
Todavía me pregunto si Frida habría sido más de muñecas, o si alguna vez habría
pedido un juego de química para inventarse a sí misma un elemento nuevo con su
nombre, o si habría aprendido más pronto que yo a dar las vueltas a la
izquierda, sin estrellarse tantas veces contra el portón de aquel vecino que espero
nunca haya sabido que era yo quién le abollaba tantas veces su cochera
Soñemos!...Nunca sabemos hasta cuándo habrán de durar los
imposibles, en unas horas más haré lo que amo hacer cada seis de enero…Pelearme
con los instructivos y buscar los diminutos accesorios de muñecas que siempre
se las ingenian para acabar escondidos en la parte más recóndita de los
sillones de ésta casa.
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