domingo, 23 de diciembre de 2012

Veinticu4atro



Pero qué bella noche aquella, casi a la par de ésta, haciendo bien las cuentas fue un veintitrés que acabó rasguñándole las primeras horas a un veinticu4tro

Las horas más nerviosas de mi vida, me temblaba todo, las manos, las rodillas, la sonrisa, pero a ella, a ella nada…ella divina, sin idea alguna, ocupada en querer llegar a otra parte, mientras tanto yo, negociando con sus prisas, convenciéndola de querer quedarse un momento, una vida

Qué habrá sido de todo aquello?, de los platos, de las copas, de los aplausos de extraños que llegaron a darse cuenta de todo aquello que sucedió después del postre

Pensándolo bien, no me imagino a mi mismo repitiendo aquel instante en otro lugar, en cualquier otro día distinto, no lo sé, creo yo que es de esos momentos de valor que suceden una sola vez en la vida

Hace poco regresé a aquel lugar del veintitrés, habían cambiado el nombre, las mesas de lugar, seguía todavía en su sitio aquel muro alto color ámbar y en el ambiente se distinguían alguno que otro de aquellos olores

Tan distinto todo, desde el motivo hasta la compañía, ésta ocasión la intención de la visita era el de cerrar otro tipo de trato, confieso que ésta vez no logré ni siquiera llegar al postre, una firma aquí, otra allá, un saludo de manos y puse mis pies lejos de ahí lo más pronto que pude

Fue como aquella sensación que invade la espina cuando uno se adentra demasiado tiempo en una casa vieja y deshabitada, se tiene el presentimiento de que alguien o algo lo está observando, de que algo habrá de suceder en cualquier momento, algún estruendo, alguna sombra cruzando a prisa entre los pasillos

Así pues, las fechas se cumplen y los días regresan por el mismo lugar de donde vinieron, con otras cosas distintas, otros momentos, sin embargo aún me detengo un día como este -como éstos- y me permito dedicarle un par de copas a lo que hubo, sin pensar demasiado en lo que pudo haber sido

Ciertamente ahora la viudez es la mejor forma en que uno puede por lo menos pretender hacerse a la idea y asirse de ella con uñas y dientes para no soltarse y divagar en probabilidades con poca suerte, para mantener los pies en la tierra y a los quizás lo más quietos y dormidos posibles seis pies debajo de ella

Cada año le faltan más personas al veinticuatro, sin embargo como bien dijera Cortázar..."por que sin buscarte ando encontrándote por todos lados, principalmente cuando cierro los ojos".

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