A diferencia de como pensé que sería al comenzarlo, mi proceso no ha sido ni remotamente cercano a ser lineal, cada día es un desafío distinto, días donde procuro mantener la cabeza ocupada y noches complicadísimas donde trato de comprender las raíces de mi ansiedad y los que ahora sé, son ataques de pánico, experiencias nuevas que a final de cuentas me toca saber qué hacer con ellas y cómo gestionarlas de la mejor manera posible.
Parte de mi viaje a través de las heridas ha sido el reconciliarme con las memorias que tenía perdidas, así fue como he estado saliendo a pasear desde hace unos días a unas citas a solas conmigo y con todo el cariño que te tengo.
Paré en Byblos por primera vez en muchos años, en aquel entonces ni siquiera me hubiera preocupado por esto, pero, vaya que es una pesadilla estacionarse allí, el lugar sigue teniendo ese olor a oficinas viejas, entre cloro y pinol. Estando allí recordé una mañana que te llevé uno cuernito y un café de Mc'Donalds, recuerdo que también lo estresada que terminabas en los días de cierre de edición, siempre batallaban al momento de exportar sus archivos.
Cuando tenía el restaurante pasaba casi diario por el lugar donde te besé por primera vez, vaya que ha sido el beso más torpe, tímido y accidentado de toda mi vida, estaba increíblemente nervioso ese día. Llegamos a volver alguna vez a ese sitio, pero no estuvimos ni más de 10 minutos ahí, parecía que en cualquier momento alguien habría de robarnos la cartera o algo similar.
Ha tomado la costumbre de manejar por la madrugada cuando me es muy complicado dormir, me calma y me distrae, parte de las recomendaciones que me han sugerido para calmar la ansiedad y cuando llega a haber un ataque de pánico, es el concentrarme en el aquí y el ahora, sin embargo he descubierto que manejar cuando la ciudad está casi vacía me ayuda a pensar con un poco más de claridad, me conecta a mí de una manera distinta que simplemente sentarme y hacer ejercicios de respiración. Todo suma, creo, nada es lineal, lo que a algunas personas pudiera servirles, en mi caso algunas veces no resulta tan bien y tengo que buscar la manera de mantenerme en progreso.
La ciudad tiene una energía tan distinta a esas horas, hay calma la mayoría de las veces, otras noches la misma ciudad te dice que es mejor te quedes en casa para no tentar demasiado a la suerte. He hecho un cierto tipo de ritual cuando hago ruta, salgo de mi casa y paso a Guerrero por un esquimo de cajeta a La Brisa, debo confesar que no es mi favorito, pero te gustaba a ti, ese y el de gansito, a veces por variar un poco pido un agua de un sabor extraño que solamente pedirías tú, hace unos días fue de mamey...no hace falta decir que en el vaso quedó un poco más de la mitad.
Justo después de eso, me llevo de paseo por las calles al cariño que te tengo mientras pongo un playlist con canciones que olvidaba me gustaban, Aerosmith, Buika, Ely Guerra, Rainbow, Buena Vista Social Club...entre otros tantos, hace poco empecé a poner boleros, no sé, tienen un "algo", como cuando llueve y huele a tierra mojada, es raro quizás me estoy haciendo viejo.
Mientras manejo con toda la calma que me acompaña al rededor, es cuando pienso no solo en las cosas que nos hicieron desmoronarnos, sino sobre todo en las que crearon en su tiempo y momento un vínculo que aún en el día de hoy me parece irrompible, al menos para mí. En el camino, trato de ir separando las cosas buenas de las malas, justo como cuando uno se ponía con la abuela a pizcar frijoles antes de ponerlos a hervir, quitándoles las piedras y maleza que hubiera en el montón.
A veces todavía hay espacio para lo impredecible, a partir de ahora puedo poner en mi currículum de acrobacias dos vueltas completas al rededor de la fuente florentina que está dentro de la plazuela frente a Sears, si alguna vez quisieras intentarlo, justo donde termina el banco se abre un espacio entre los bolardos de concreto donde alcanzas a pasar sin problemas, entre 3 y 4 de la mañana no hay ni un alma al rededor, entras decidida y la usas de glorieta las veces que los nervios te lo permitan, para justo después salir por un costado de nuevo hacia la calle y hacer como si nada hubiera pasado.
En estos días prometí llevarme al cariño que te tengo de paseo a Guanajuato, e ir por un café cortado a aquel lugar donde lo preparan tan bien.
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