viernes, 18 de noviembre de 2022



Hoy, a estas horas, la nuestra sería una historia totalmente distinta a lo que es ahora, recuerdo perfecto haberlo traído de vuelta desde el fondo de mi corazón hasta mi boca y escucharlo haciendo eco en la tuya y al mismo tiempo destellando en tu mirada, "el dieciocho de noviembre es".

Hoy, en este día, la historia es simplemente cotidiana, es un viernes cualquiera, de un mes que va tres días mas allá de su mitad y comienza a hacer un poco de frío casi siempre cuando empieza a anochecer.

Desenraizarse por veinteava vez sigue siendo terriblemente doloroso, es hurgar nuevamente entre la tierra e irse sacando los pies desde el fondo tirando de a poco intentando no romperse en el intento..."todo está en las raíces, sobre todo saber en dónde plantarlas"...

Hay días insoportables, angustiantes, desesperantes, tan increíblemente incómodos, hay días como hoy en los que la nostalgia se me sale de su jaula y así -furiosa como es-, comienza a morder tan fuerte que me arranca de tajo pedazos enteros de calma. Hoy te he llorado tanto y tan adentro, que con todo ello he logrado apagar por momentos varias veces éste incendio. 

Lo sabes bien, me conoces en todas tus ausencias, es incontable la cantidad de cosas que quisiera contarte, que quisiera mostrarte diariamente, que quisiera hacerte sentir nuevamente como la primera vez, hay tanto de todo que a veces es complicadísimo saber por dónde comenzar. Te lo cuento por aquí pues me prometí no hacer más ruido ni volver a perturbar tu calma, créeme, lo intento como quizás nunca antes en mi vida. 

No tengo idea si habrás de tropezarte por aquí o si lo harás por curiosidad, como sea el caso, hoy es viernes dieciocho de noviembre y te amo de una manera tan entera, tan profunda, tan consciente, tan inmensa que me está costando la vida desarmarlo todo para irme deshaciendo de todas esas partes duras donde alguna vez dolió. 

Continúo sanando mis heridas, recordándome, primero para mí, y quizás para algún día, no tener solamente cicatrices por mostrar, ojalá y Frida no cambie de nombre, ojalá me alcance la vida para verte otra vez, ojalá dejemos de buscarnos en otros rostros diferentes, sabiendo bien dónde es que se encuentra cada uno de los dos, ojalá esa argolla no vuelva a perderse en los traslados de mudanzas del jamás.

Desde hoy me quedo quieto, no hay mucho por hacer, por decirte o que no haya dicho ya.

Hoy te he puesto en mi piel, en la mano izquierda, la que está del lado más cercano al corazón, para no olvidarte nunca y para no olvidarme yo.

"Si alguna vez te preguntas cuánto es que te quiero, le puse tu nombre a todas las olas del mar."

No hay comentarios:

Publicar un comentario