sábado, 21 de junio de 2025

-Hace unas cuantas noches pasé por tu antigua casa mientras manejaba de madrugada por la ciudad para así poder lograr dormir un poco, práctica recurrente desde hace algunos años.

Es tan raro verla ocupada por gente extraña que sólo se conocen entre si, durante mucho tiempo evitaba siquiera la cercanía con tal de no toparme con apariciones de alguien más, excepto claro cuando llevaba a lavar mi auto en aquel lugar que queda a justo 217 pasos de aquella puerta.

Ese fue el último domicilio conocido donde te ví,  te estuve ayudando a empacar de forma terrible la cristalería días antes de que entregaras las llaves del lugar. Ese breve tiempo ahí me sentí por un momento en Casa, aún con todo aquello embalado y listo para tu mudanza, me llevé de ahí unos plumones de bolsillo y un Pingüino Rodríguez de crochet.

Nunca te lo dije, pero la última noche antes de irme de viaje, pasé de madrugada por fuera de esa casa, tenías la luz prendida y la persiana a medio abrir, y aún con el riesgo de ser descubierto merodeando, te lancé un beso hacia aquella ventana que fué tu habitación.


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