lunes, 13 de mayo de 2013

#2505



Recuerdo con tanto detalle aquel Jueves 10 de Septiembre de un año lejano por cuatro a éste en curso, llevabas el cabello encantadoramente distinto, significativamente corto, danzando justo por encima de tus hombros, bello él, como los ojos que te adornaban las pestañas cuando miras de frente, hacía un calor de los mil demonios, me di cuenta al dejar salir al sol mi par de aletas

-He venido a ver a mi esposa, uno no viaja desde tan lejos solo para ver el mar, por mariscos o a ver lo inmenso de una plataforma petrolera,  le contesté a un oficial que me preguntaba a qué se debía el motivo de mi viaje.

Cuando hablo de ti en la Panadería y les cuento que estuve casado contigo por veinte años -aunque de los cuales solo te hayas enterado tres-, me dan un trato de maravilla, ponen un pan dulce de más en la bolsa y me despiden con una gran sonrisa en espera de que vuelva pronto a terminar de contarles el resto de la historia. Espero lo mismo suceda contigo cuando llegues a contarle a algún extraño al menos uno de aquellos veinte y tantos años de mí contigo en contubernio 

Fuimos un par de niños jugando a ser eternos, nos bebimos el sol de un solo trago, fuimos tanto y tan poco al mismo tiempo, irresponsables, temerarios, consecuentes, distantes, disidentes, compañeros, contrincantes, y al final de toda la lista terminamos siendo solamente cada cual a su propia suerte; He dejado de preguntarme qué habría sucedido y he comenzado a contarme qué es lo que sucede, y lo que sucede es que solo queda este esqueleto de adulto jugando como niño evitando a toda costa volverse a romper un hueso

Dicen los que saben, que el Hogar está donde el corazón se encuentra, dicen también que la pasión dura solo tres años y que después de ellos comienza el verdadero proceso de enamorarse de lo bueno y de lo malo al mismo tiempo, siendo completamente honesto, nunca supe qué siguió después de Agosto, después de ahí comencé a perder gran parte de la fe, la consciencia y la memoria

El corazón se achica, al punto de boronas, supongo yo que para poder sobrevivirse a uno mismo, uno tiene que aprender a amar a la rutina, para así no caerse de bruces al primer intento y terminar contando cuántos dientes van quedando cada vez sobre el pavimento


-Siempre que comienzo de nuevo me envalentono demasiado

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